Hoy en día cada vez somos más individualistas, vamos más rápido sin saber a dónde ir o qué camino tomar. Con la sensación de que estamos desbordados por los nuevos roles, situaciones y cambios que debemos asumir tanto en la vida personal como en las empresas. Se hace más necesario preguntarnos a dónde vamos y hacia dónde queremos ir.
La falta de compromiso en las relaciones laborales, el aumento del ausentismo, rotación y desmotivación, la esclavitud tecnológica, la reducción del tiempo para la familia y el ocio, la despersonalización de las relaciones humanas e individualismo, la rapidez de los cambios y la cultura basada en el éxito rápido y el castigo al fracaso, nos lleva a la incertidumbre en el futuro profesional, al trabajo también en el hogar, al aumento exponencial del estrés, depresión y ansiedad. Por todo eso surge la necesidad de una persona externa con la que podamos desarrollar un diálogo interior, que nos motive, que nos inspire y nos ayude a crecer no solo profesionalmente sino también personalmente.
El coach surge como una necesidad ante situaciones personales y laborales que hacen necesaria la presencia de un profesional para acompañar el proceso de transformación de una persona. Los temas sobre los que volverá el coach de forma recurrente a lo largo de su labor serán: los valores, las relaciones y la coherencia.
El coach acompaña a individuos, grupos u organizaciones en sus procesos de cambio enseñando a inventar herramientas y soluciones que faciliten una renovación personal, profesional y organizacional. A su vez, debe ayudar a concienciar sobre la idea de que vivimos en una época de cambio, hecho que implica que necesitemos una brújula, puntos de referencia y guías que, nos permitan manejarnos, y es que, un buen líder será aquel que haya aprendido a gestionar y dominar el cambio, disponiendo de la capacidad para adaptarse.
Pero el coaching no solo interviene en cambios de competencias y conductas, que son los de mediana magnitud, sino también en aquellos de gran magnitud como las creencias y los valores más arraigados al coachee y mucho más difíciles de modificar. De hecho, lo que el coach intenta es realizar un cambio desde el interior al exterior, primero cambiando valores y creencias, después herramientas de trabajo y por último las competencias y conductas. El comportamiento se considera como la punta de un iceberg, la parte visible y valorable de todo lo que hay detrás. Representa mucho más que una simple forma de actuar, ya que en él se ven reflejadas nuestras motivaciones, sentimientos y emociones.
La clave para el éxito es llevar una vida equilibrada en las diferentes áreas de tu vida, y aún más tu negocio ya que tu negocio y tú, son uno mismo. Hasta donde llegues tú cómo persona es hasta donde va a llegar tu empresa, ya que tus límites mentales son los que harán que tu empresa detenga su crecimiento. Si esto es así entonces la pregunta sería ¿Esto significa que debes trabajar en ti y en tu persona? Y yo te contesto que sí.
Debes hacer una introspección profunda y conocerte ¿quién eres? ¿Qué has logrado a lo largo de tu vida? ¿A dónde te han llevado tus acciones? Hacerte preguntas poderosas que te permitan llegar a profundidad y a colocar el foco en ti. Y esto no es para sabotearte, ni para sentirte mal y mucho menos para caer en víctima. Es para que te reconozcas y conozcas dónde te encuentras ahora y que es lo que te llevó a eso.
Si tú quieres llegar a un estado deseado debes conocer tu estado actual. Al conocer tu estado actual y al saber tu estado deseado; debes encontrar ahora aquellas herramientas, conocimientos, personas que debes conocer para aplicarlo para llegar a tu estado deseado.
Algunos puntos que a trabajar para dar un giro de 180° son:
Observador:
Seguramente has escuchado cómo diferentes personas narran un mismo evento de manera distinta, por lo que, sin importar quien tenga la razón, podemos afirmar que son diferentes observadores.
Cada observador filtra los hechos observados a través de su modelo mental, es decir, por el conjunto de opiniones, teoría personales, creencias, influencias culturales, biológicas y sociales, que nos hacen entender los hechos de una forma y no de otra y que determinan nuestras interpretaciones y las acciones que de ello derivan: “Mientras el fenómeno pertenece a la experiencia, la explicación pertenece al observador”. Cuándo obviamos este hecho y sostenemos que nuestra versión es la correcta, la relación con quienes nos interesan puede verse afectada, al mismo tiempo que cerramos la oportunidad de aprender a través de otro punto de vista.
Nuestras interpretaciones pueden ser poderosas, abren posibilidades que otra manera de percibir no logra, pero aun así no podemos concluir que reflejan la verdad objetiva. Esta verdad que existe fuera de nosotros solo es observada por un sujeto que la acomoda a sus marcos de referencia. El criterio para evaluar nuestras interpretaciones está determinado por las posibilidades que sean capaces de abrir y de cerrar, por el poder en la acción que ellas generen.
Emociones:
Las emociones, ese cóctel complejo, completo, integrado por elementos químicos, físicos y endocrinos que nos alteran la respiración, los movimientos musculares, tiñen el sentido de las cosas y condicionan la acción, desempeñan un papel importante en la creación de posibilidades de crecimiento personal.
Nuestra existencia se da dentro de un fondo emocional y las respuestas a todo lo que observamos, así como a las acciones que de ello se derivan, están condicionadas por la emocionalidad que experimentamos en ese momento. No nos desempeñamos de la misma manera desde el enojo que desde la serenidad, no se obtienen los mismos resultados al educar a los hijos desde la culpa que desde el amor.
En muchos momentos ese fondo es de baja intensidad y no tenemos conciencia de él hasta el momento que experimentamos una interrupción en el fluir de la vida y una emoción dice “presente”.
Es importante aclarar que las emociones son intensas y breves, no así los estados de ánimo, que son menos intensos y de larga duración, o las pasiones, intensas y de larga duración.
Lenguaje y creencias:
Las palabras ilustran las creencias que están almacenadas en nuestro cerebro. Si cambiamos las palabras podemos modificar la experiencia de una cierta vivencia, y desde dicha modificación podremos intervenir en el proceso, es decir, cambiarlo a nuestro gusto. Las palabras son el combustible con el que solemos alimentar nuestro cuerpo y nuestra mente. Así lo alimentamos, así nos responde. Así pensamos, así somos.
Si pudieras tener acceso consciente a tu cerebro, al gran almacén central que se halla dentro de ti, te sorprenderías de la cantidad de información que ahí guardaste. Si bien, lo que más te sorprendería sería su contenido: miles y miles de creencias absurdas que te amargan la vida, condicionan tu presente y te esclavizan. Hemos almacenado un montón de creencias sobre muchos aspectos de nosotros y de nuestras vidas que solo sirven para fastidiarnos, impedirnos el paso hacia la consecución de una meta, no dejarnos dormir o enfermarnos.
Las palabras conforman ideas, creencias, pensamientos, opiniones, programas. Solo tú escoges las palabras con las que quieres guardar en tu cerebro.
Estos son algunos principales puntos a trabajar en tu persona y haciéndolo transformará tu forma de liderazgo y tu forma de llevar tu negocio. El coaching es una herramienta muy poderosa que te llevará a transformar estos puntos ya que todos los recursos ya habitan en ti sólo que no logras distinguirlos.
Éxito hacia tu transformación.
Monserrat González.
Coach y Mentora